DIARIO

Domingo 1 de Enero de 2023

Fue una suerte que anoche los imbéciles del barrio no saliesen a la entrada a reventar petardos, pude dormirme temprano y pasar sin pensar la maravillosa noche, tratando de no pensar en la “fiesta”.

Luego de mi café, sin el cual me es imposible trabajar, mi gran dosis de cafeína me es más que necesaria, no podría vivir sin café y del más fuerte posible, tomé dos tazas de café “intenso” grado 11 y me puse a escribir.

En invierno debo esperar bien entrada la mañana para ponerme a pintar, la luz entra bien tarde.

Puse en orden los papeleos para terminar el caudal de trámites administrativos que me inundarán esta semana, aquí la administración nos obliga a trabajar “la paperasse” de manera continua y perpetua. Y, lo peor de todo esto es que nos obligan a guardar los papeles durante diez años, en mi caso esto se multiplica con creces a lo del común de los mortales, se agregan una cantidad de cartones monstruosos, porque no ha habido año en que no haya tenido que redactar y constituir carpetas jurídicas para presentar en los tribunales, por fin todas esas pesadillas jurídicas tomaron fin.

Si vieran la cantidad de carpetas que se me acumularon a lo largo de casi medio siglo es algo abismante, así es que me dediqué  hacer la selección y a botar en un saco plástico una enormidad de carpetas inservibles, sobre todo ahora que programo, si Dios quiere, mi  próxima mudanza, porque el hombre quiere y programa, pero Dios dispone, la última mudanza de mi vida, no, la última será la que harán los sepultureros que me llevarán en un hermético ataúd directo al cementerio, pero antes de ello, pienso aprovechar bien mis últimos años, con toda la energía que tengo y que no se desvanece con nada.