LA ESTÉTICA NO ES CUESTIÓN DE PREJUICIO NI DE MORAL
LA ESTÉTICA
NO ES CUESTIÓN
DE PREJUICIO NI DE MORAL
Estimados Lectores de lengua hispana:
La anarquista y libre pensadora que soy no va a dar lecciones de moral en materia de amor, reivindicar cuestiones de orden político y de prejuicios societales y menos aún va a lanzarse en promover la devisa: “trabajo, familia, patria”, que me es tan absurda como su contraria, “Libertad, igualdad, fraternidad” que sale a cada instante para justificar abusos, y esconder con hipocresía que lo único que se vive en Francia es la falta de libertad, la desigualdad a cada paso que damos, la falta de fraternidad para con el prójimo, y esto es lo más aterrador de todo lo que se vive aquí.
Expongo este cuadro de GOYA, las viejas.
Una lección pública.
Este asunto de parejas desniveladas se tergiversa con mala intención, yo lo he escuchado, visto y experimentado.
Se ha hecho “moda” que mujeres aún mas viejas que yo, pasados los sesenta y nueve, se liguen de amistad, para decirlo de manera elegante, con hombres más jóvenes que ellas y ¡no de pocos años! No, de más de treinta años, los que podrían fácilmente ser sus hijos.
Cuando veo esto me da vergüenza ajena.
El desnivel estético da vergüenza cuando se experimenta en la realidad.
Goya lo hizo plástica con genio.
Me sacan al tiro la cuestión de moral, me acusan de ser retrógrada, conservadora y llena de prejuicios.
Nada más equívoco y estúpido.
Lo, repito, lo que haga cada cual en su alcoba me es totalmente indiferente, en la medida en que la discreción social se mantenga.
La estética, lo visual es mi obsesión.
Yo soy artista-pintora, y mi preocupación fundamental es la estética, luego la intelectual de profesión que soy no puede dejar de analizar la cuestión existencial-antropológica de ese desnivel que es fundamental e imborrable entre una pareja en que el hombre es más joven que la mujer.
Mi conformación mental me induce de manera natural y espontánea a necesitar que el hombre que admiro, sea superior en visión existencial, superior en eso tan imperceptible que es el “equilibrio” mental entre dos seres que se unen no solamente en lo carnal, que es intrínsecamente una unión mental, la unión erótico -sentimental y afectiva no resiste esta disparidad flagrante en que el hombre es menor en experiencia de vida.
La edad, no es más que eso, “experiencia de vida”.
En cuestión de estética no hay nada mes feo, de una fealdad repugnante que ver una pareja en que la mujer que representa la belleza se muestre con un hombre joven.
Estas señoras que en Chile llaman “viejas verdes”, creen de manera insulsa que van a esconder los años que se traslucen en cada rincón del rostro, con ideas “revolucionarias”.
La semana pasada alguien me dijo que yo era “demasiado severa para conmigo misma”
No respondí, No, “nada de eso, yo soy lucida.”
Una mujer de setenta años, en materia de “amor”, está buena para partir a “la dechéterie”.
Aunque esté en perfecto estado de salud, aunque “no represente su edad”, lo que está en el interior no se esconde.
No le saqué a la luz que un verdadero artista se ve a sí mismo y la vida, con ojos de rayos X.
¿Qué no conocen los autorretratos de Rembrandt que se autorretrató desde jovencito hasta poco antes de morir?
No, parece que no.
Lo único que les recomiendo a esas “viejas-verdes” es que por un momento se miren al espejo y si tan modernas se creen, véanse con sinceridad en el silencio de sus alcobas, frente al espejo.
¿Que no ven los estragos del tiempo?
Ernesto Sábato decía que, en vez de esconder las cédulas de identidad o los relojes, las mujeres deberían esconder los espejos si quieren imaginarse que son eternamente jóvenes.
El respeto que me debo a mí misma, el respeto que ellas se deberían para con ellas mismas es dejar de contarse historias de rejuvenecimiento a costa de pobres señores que se dedican a ridiculizarse tanto como ellas, pasando un efímero tiempo juntos.
Lo bello y justo es vivir con su edad.
Mamá me enseñó que cuando una mujer envejece debe hacerse discreta.
Entonces le pregunté: “¿y cuándo ocurre eso Mamá?”
Entonces Mamá me respondió con esa “sabiduría existencial” que la caracterizaba: “Tú lo sabrás llegado el momento, toda mujer lo sabe.”
La más bella educación existencial- sentimental que jamás recibí.
Carmen Florence Gazmuri Cherniak
Write a comment
You need to login to post comments!