LOS MÉDICOS EN FRANCIA
LOS MÉDICOS EN FRANCIA
«¿Qué puedo hacer por usted?
Estimados Lectores:
Dado que aquí en Francia no se estudia ni se practica la “crítica social”, como disciplina de pensamiento, cuando se trata de un tema ya sea al escrito o al oral es lógico se lo analice en términos generales que hacen la norma, y que no serán evocados los casos especiales que deben quedar como marginales precisamente por ser únicos y específicos.
Es preciso abordar a boca de jarro lo que ocurre aquí en Francia con la profesión médica, la que desde hace varios decenios, va de mal en peor, más o menos los cuarenta años que llevo viviendo como francesa, y comparando con lo que viví en mi país de origen, lo que encontramos son traidores, asesinos, lacayos, y otros adjetivos especiales que son los que se merecen, en vez del título de médicos deben recibir el título de funcionarios que utilizan una de las mas nobles de profesiones con fines utilitarios de “gana pan.”
En los comienzos, recién llegada en éste mi país de adopción; los médicos eran bien diferentes de los que encontramos ahora.
Me otorgo el derecho de criticarlos por dos razones, la primera es porque la profesión de médico, los protocolos hospitalarios y todas la profesiones médicas las conozco perfectamente, la segunda es un derecho que se otorga una hija adoptiva de Francia; ya que como saben, un hijo natural y un hijo adoptivo poseen los mismos deberes para con sus padres y, ellos a su vez les deben los mismos derechos, esta crítica es esencialmente política, porque tanto el cursus en la escuela de medicina, como las leyes de la Seguridad Social(el antiguo SERMENA de Chile) y los “protocolos hospitalarios “ son manipulados por el corpus político del país.
Que haya excelentes médicos es indudable. El problema es encontrarlos.
Tal como lo que ocurre en todas las profesiones.
No se trata de que hayan estudiado catorce años, con la especialización y la práctica, se trata de que todo ciudadano debe estar seguro y protegido por un cuerpo médico a toda prueba y a nivel nacional, todo ciudadano debe estar seguro de caer en buenas manos, y seguro de no ser traicionado; el problema de los protocolos hospitalarios lo dejaré para otro día, porque es un tema bien denso que debe quedar como análisis de deontología y de idiosincrasia del país.
De visita en un sector bien especifico de la medicina, la oftalmología, fui a un hospital de renombre, aquí hay solo tres dedicados exclusivamente a la medicina ocular. El tiempo de espera para conseguir una consulta es de cuatro meses, la consulta es gratuita. Es por eso únicamente que tuve que ir a un hospital público, desde que me mataron a Mamá, me juré no poner los pies en un hospital público nunca más, prefiero morir.
Salí del famoso hospital con una receta de gotas y un antibiótico que tuve que botar a la basura, porque me produjo una llaga en el interior del párpado, fue horriblemente doloroso; tuve que soportar la herida durante una semana para que cicatrizase sola, bueno siguiendo el remedio infalible de Mama, me puse en el ojo, una infusión de té con un algodón embebido en té, excelente antiséptico, mama arreglaba todo con el té; vuelvo al premio Nobel de oculista: habiéndole advertido al idiota que soy muy delicada(la princesse au petit pois) y, que no soporto cualquier antibiótico para los ojos.
¡Excelente hospital gratuito con cuatro meses de espera para la consulta!
Hay que saber que el “Jefe de Servicio” de este imbécil que me quemó el párpado con las primeras gotas del tubito, es una eminencia que da conferencias por todo el mundo y al cabo dirige esos aprendices de oculistas pero que ya se han titulado, esta es la peor de las referencias, porque no se trató de un interno que hacia su práctica, sino de un oftalmólogo “recibido” que será sin duda un día cercano, uno de los futuros premios Nobel que comienzan en un hospital público francés; allí donde los muros son impermeables y nadie controla nada.
Esta eminencia de la oftalmología que me quemó el párpado, es dirigido por un” Jefe de Servicio” que tiene una consulta en uno de los mejores barrios de Paris. Ahí, seguro de que no vamos a salir con una receta que va a herir en vez de curar el mal; pero se debe pagar 400€ la consulta, y los exámenes alrededor de 2000€, en el hospital son gratuitos, pero no se sabe si se sale ciega, a juzgar la simple receta que me dio ese bárbaro, con toda seguridad.
Aproveché mi estada, para preguntarle a una de las secretarias, si podía recomendarme un médico “generalista”, me contestó: “en ningún caso, ni siquiera yo encuentro y estoy en el medio medical, no reciben nuevos “clientes”.
He aquí la respuesta que resume en una frase en lo que se ha convertido la medicina francesa; una empresa, con un patrón, sus empleados -lacayos y nosotros no somos más que sus CLIENTES.
Se quejan de ser mal pagados, en un articulo precedente les dije que, haciendo el cálculo, los sueldazos de los médicos generalistas, corren alrededor de más de 6000€ mensuales y esto de los que comienzan solamente, figúrense lo que ganan los que ya se han instalado.
Estos sueldazos los logran obedeciendo a las leyes en vigor impuestas por la Seguridad Social: no más de 15 minutos por cada cliente.
Lo primero que le preguntan es: “¿qué puedo hacer por usted?”
Esta pregunta da ya desde el comienzo la tonalidad de la consulta.
Si se trata de una infección intestinal, de una angina, o de un dolor de cabeza, el diagnóstico es facilísimo, no se necesita ni siquiera haber pasado por la Escuela de Medicina, todos sabemos cuando tenemos gripe, o que una intoxicación alimentaria es la causa de la fiebre y dolores que la acompañan, las cosas se complican cuando las dolencias son de otro calibre y origen, ahí es donde se puede hacer la prueba de si estamos ante un buen médico o si es un funcionario que salió raspando los exámenes de fin de grado.
Cuando alguien ha tenido la trágica experiencia que yo viví hace trece años con el médico traidor que me asesinó Mama con su rechazo premeditado de darle cuidados, estoy alerta, para que no me ocurra ahora a mí lo mismo.
Les contaré como ejemplo mi comienzo de vida en Paris en los años ochenta, “la vieille France” estaba aún en vida…
Cuando recién llegada con mi madre a París, teníamos las dos un mismo y excelente médico, había sido médico durante la época de la Resistencia, fue médico de guerra, había trabajado también como obstetra, fotos de bebés que trajo al mundo decoraban su oficina, y ejerció en la Medicina Legal, se le podía hablar de todo, su práctica de la medicina era total y con un compromiso moral de entrega fiel a su vocación, un verdadero sacerdocio.
¡Época maravillosa en Francia sin Internet, sin smartphone y sin Doctolib!
Este médico tenía una consulta en un viejo barrio de París, llegábamos a una entrada sombría y tranquila de un inmueble Haussmannien, era él mismo el que abría la puerta, nos acogía con calma, el ambiente estaba ya preparado para hablar de males, dolencias y bobos, porque si se llega a una consulta médica es para que el médico tome a cargo nuestra vida, si le confiamos el cuerpo de nuestra MADRE, le confiamos lo más sagrado y querido que tenemos en nuestras vidas; y para nuestro cuerpo, que es lo único que tenemos y que hace de nosotros seres vivientes, vale lo mismo.
El jamás nos preguntó: “¿qué puedo hacer por ustedes?”
En silencio abría un estante metálico, con cajones llenos de las fichas de sus PACIENTES, y leía rápidamente la ficha de Mamá, y lo primero que preguntaba era si el antiguo tratamiento le había sido eficaz, si se sentía mejor, ¿cómo esta usted hoy, se siente mejor? Etc.
Cuando lanzan esa pregunta idiota me dan unas ganas irresistibles de reírme de ellos y contestarles por ejemplo algo tan idiota como la pregunta: “¿Qué puedo hacer por usted?
“¡Pues, rejuvenecerme por lo menos de treinta años, no estaría mal!”
[…]
In MEMORIAS, mi vida de Chile a Francia.
Carmen GAZMURI
Write a comment
You need to login to post comments!