MI GUARDAESPALDAS EN PIE DE GUERRA A MIS DIECISÉIS AÑOS: MI PADRE, EL PINTOR HERNÁN GAZMURI
MI GUARDAESPALDAS
EN PIE DE GUERRA
A MIS DIECISÉIS AÑOS:
MI PADRE, EL PINTOR HERNÁN GAZMURI
Estimados Lectores:
Cuando Serrat llegó a Santiago, cantó en el Teatro Nacional, el taller de papá estaba cerca, y nuestra Universidad también, todo en el Centro de la ciudad. En esa época papá no me dejaba ni un minuto sola, lo primero que preguntaba al llegar a casa:” ¿Dónde está la Carmen?”- “En su pieza estudiando” le respondía Mamá.
Por supuesto que me dejó ir al concierto de Serrat…Pero me acompañó de un brazo atada a él.
En el entreacto lo encontré en el gran Hall esperándome, y al terminar, me llevó de un ala, derechito a casa.
Cuando hubo la gran grabación del programa de Serrat en los estudios de la Televisión Nacional; en las afueras de la ciudad, Mamá me dio permiso, fui acompañada de un grupo de amigas y con un amigo que trabajaba en la Televisión, (fue torurado, asesinado y tirado al mar por al dictador unos años después), pero cuando Papá llegó y supo que yo no estaba en casa, le dijo a Mama, “[…]Pero… ¡¿cómo es posible, porqué le diste permiso?! Se volvió loco y partió como un bólido a buscarme.
La total se produjo cuando lo vi llegar y en medio de todos lo vi plantarse en el medio de la sala, llamándome de un tono irrevocable e imperativo, la gente lo miró, un escándalo silencioso y glacial, le hice un movimiento de cabeza, diciéndole…” no, yo me quedo aquí”
Mandona, un poco taimada y testaruda que era yo a mis dieciséis años
Eso no me lo aceptaba Papá.
La mirada de Papá fue terrible, tan terrible que me obligó a partir de inmediato con él sin decir nada, nunca antes de ese día, ni nunca después lo vi tan enojado, su sola mirada de furia me bastó para obedecer.
La ruta de vuelta a casa se hizo en un silencio total. Antes de llegar a casa me dijo esto:
“Yo no desconfío de tí, no lo pienses nunca, no es del pecado original que tengo miedo, es de los otros que están a tu lado. No lo pienses nunca, no lo olvides, tú no te das cuenta, todos te envidiarán porque eres pura y no tienes moretones en el alma como ellas; debes aprender a defenderte sola, porque yo ya estoy viejo, y un día no estaré aquí para defenderte”
Si Papá, soy yo ahora la que estoy vieja, te envío un mensaje al Cielo donde estás, tenías razón, seguí tu consejo, ningún forajido me ha hecho daño, solo las mujeres serpientes, yo sé que, si estuvieses aquí conmigo, o si hubiese tenido un hermano, nadie, ninguna serpiente, ninguna administración francesa se atrevería a morderme, como lo hacen ahora las Serpientes Cobra.
En mi vida de joven sólo encontré forajidos del amor, que como lo dice Serrat en una de sus canciones “De cartón piedra”:
“…que me arañaron de frente y perfil, que se comieron mi naranja a gajos y me arrancaron la ilusión de cuajo”
Pero eso Papá, se cura, se olvida y no tiene importancia, lo único que deja el arrancar la ilusión de cuajo es la maravillosa invención y escritura de todos mis poemas y pude hacer de esos forajidos del amor como yo los llamo, de muñecos “de cartón de piedra “, una gran serie interminable de versos.
Querido y venerado Papá, gracias por haber sido con tanto trabajo mi guardaespaldas.
¿Dónde está la Carmen?
Aquí estoy Papá, sola, en duelo eterno, pintando y escribiendo poemas hasta que llegue la muerte.
Y, hoy recordando mis maravillosos dieciséis años contigo y Mamá.
Y este domingo, escuchando a Serrat…
Carmen.
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