MEMORIAS « EL TIEMPO SE ME PASÓ VOLANDO ». UNA SONATA DE SCHUBERT…
Papá y Mamá
MEMORIAS
MI VIDA LITERATURIZADA
DE CHILE A FRANCIA
« El tiempo se me pasó volando »
Era Schubert…
Se llega a la última etapa, cuando se sabe que estamos próximos a ese momento inesperado, fatal y el último al que estamos obligados a enfrentar, ese del que ensayamos por todos los medios posibles e imposibles de retardar, porque se acerca ese instante que será corto, pero que tal vez nos parezca interminable, ese crucial en que el dejar de respirar será una evidencia, el síntoma propio de vida que se nos escapará para siempre. Eso no lo sabremos, son los que cerraran el ataúd los que lo confirmarán.
Sabemos que en cualquier momento llegará el apagón definitivo.
¿Qué hacer?
Nada.
Me digo que lo mejor es someterse, eso me lo enseñó mamá, porque papá, era todo lo contrario, él pensaba como yo, que deberíamos ser eternos; mamá se reía…Papá a sus setenta años, los que yo tengo ahora, desde fines de Enero, nos decía riendo, desde su despertar : “aún estoy aquí”, y su ironía me angustiaba, su frase era una sonata de Schubert…
Él[…] nunca supo que su frase me aterraba, yo nunca se lo dije, y lo siento tanto, porque habría sido una forma más firme y verdadera de decirle mi afecto infinito, el nunca lo supo, porque la verdad era que la sola idea de la muerte, de su muerte y la de mamá me aterraba y creía que no contestándole, yo ponía un manto escondiendo el espectro de la muerte y que con mi silencio era capaz de cerrarle el paso definitivamente, pero, ¿Cómo pude ser así de necia?
Me digo pensando sola, pobre mente inmadura me digo hoy, pero ¿cómo puedo imaginar siquiera el haber intentado tener a mis diecisiete años, la experiencia de vida de una vieja de setenta?
Eso es imposible me digo y trato de calmarme la angustia tardía de hoy, trato en vano de perdonarme y no sentirme tan culpable…pero ese pensamiento retroactivo es un absurdo, papá me decía todo el tiempo, “no puedes exigirte más a tu edad”, cuando yo quería saltarme las etapas en pintura y en escritura, “entonces papá, cuando será ese momento?”
Entonces papá me contestaba sonriendo:
“Ya verás, cuando pase el tiempo y tengas experiencia de vida” ya ves, ya estoy viejo, y el tiempo se me pasó volando”
Si papá…
Ahora le diría :
Si papá, yo ahora cumplí setenta años, a mi también el tiempo se me pasó volando, mi vida se me pasó volando…
Yo era en ese entonces una adolescente de diecisiete años.
Se piensa, se sacan las cuentas, se vuelve hacia atrás, forzando el reloj a marchar contra su orden, nadie puede hacerlo, yo lo obligo, vuelven a acecharme los recuerdos de la infancia, aparecen en la mente pasajes nítidos de nuestro pasado; yo siento, respiro los perfumes de pinos y eucaliptos, siento contra mi cara el roce de la brisa marina, oigo el rugido del mar que se agolpaba por las noches contra la ventana y veo en colores tantos paisajes, las caras de personas; oigo voces, frases, palabras nítidas que no se han olvidado, y con todos los acentos y matices con que fueron pronunciados; esos seres que cruzamos brevemente, otros con los que compartimos cuestiones esenciales, y que decir de aquellos tan queridos que nos acompañaron toda una vida…
Sí, al final, una sola cosa debe quedar como esencial, no es ni el tiempo, ni la adversidad, ni los fracasos exteriores, lo único que quedará indeleble que me engrandece y que lo viviré y lo diré cuando esté muriéndome es que lo más grandioso fue lo que hicieron mis Padres: darme la vida.
El haber tenido mamá y papá, el haberlos tenido como padres es lo más valioso de mi vida, haberlos conocido día a día, porque fueron padres únicos, este milagro de haber sido su hija, la hija de mi madre y de mi padre, dos artistas únicos, me hace olvidar la mala hierba que trató sin lograrlo de envenenar mi cosecha.
Papá a mí también, mi vida se me pasó, volando.
Mi vida fue un soplo.
“A mi también papá, el tiempo se me pasó volando”.
[…]
Fragmento de MEMORIAS
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