CARMEN FLORENCE GAZMURI-CHERNIAK

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INFANCIA LAS MARRAQUETAS Y HALLULLAS DE MAMÁ – UN SACRILEGIO AL PAN SAGRADO

19 septembre, 2021 (15:24) | Non classé

Chilean Homemade rustic fresh marraqueta, hallullas.

 

EL QUISCO

 CAPÍTULO I

INFANCIA

 

 LAS MARRAQUETAS   Y HALLULLAS DE MAMÁ

 

Un sacrilegio al pan sagrado

Mi infancia fue un paraíso que me crearon mamá y papá; papá y mamá.

No puedo nombrar uno primero y dejar en segundo término el otro, son los dos padres queridos con el mismo amor, veneración e intensidad, solo que el amor es diferente.

Era esa época en que Mamá me preparaba con esmero dos panes y con mucho cuidado me los ponía en el bolsón repleto de cuadernos y el estuche de lápices. Mamá me preparaba una marraqueta y una hallulla, antes de rellenarlas, las embadurnaba de mantequilla, una casi siempre ácon palta molida y la otra con huevos revueltos, ningún peligro de subida del colesterol; lo que ocurrió un día en el colegio, fue digno de contarlo, era un colegio particular, inglés, donde iban niñas muy distinguida, sin embargo…Me tenían de objeto de risa, yo siempre estaba sola en el patio, y miraba jugar a la ronda a las niñitas distinguidas,  entretanto me dedicaba parsimoniosamente à comer mis pancitos preparados por Mamá á aplausos de todas, la niña sonreía con sorna,  victoriosa de su proeza.

En esa época, las marraquetas remplazaban los smartphones de hoy y el famoso “hostigamiento moral y físico” en los colegios; yo lo viví con las marraquetas y la hallullas. Para la niña que era yo educada con une siete en conducta e hija de mi madre y de mi padre, ese acto de vandalismo  que esas “compañeritas de clase” cometían contra mi pan, era un sacrilegio, una ofensa que me llegaba al alma, porque era el pan sagrado que me preparaba todos los días Mamá, para ella, prepararme todos los días la marraqueta y la hallulla,  era continuar amamantándome como cuando minúscula en su regazo recibía el mejor alimento de mi vida, su propia leche materna,  luego crecida,  ya niñita grande, mamá se preocupaba con un esmero acendrado de madre absoluta de que yo no  pasara hambre, era una de sus preocupaciones obsesivas, debe haber sido porque cuando nací, nadie creyó que viviría, nací sietemesina, y pesaba solo 500 gramos, en ese entonces ningún recién nacido sobrevivía con el peso mínimo con el que yo nací, el médico dijo en el hospital : “déjenla, no se ocupen de ella, no vale la pena es muy chica no vivirá más de tres días.”

Mamá  lo escuchó en el corredor dirigiéndose a une enfermera.

Parece que se equivocó ese monstruo porque todavía estoy aquí a mis 67 años y en perfecta salud. Fue después de escucharlo por casualidad, que mama le contó a mi padre y que él contrato una enfermera particular para que estuviese a mi lado en la sala de incubadoras, dándome la leche con un gotario día y noche sin cesar durante los tres días críticos. contrato a Esta enfermera se llamaba AMANDA, su nombre me lo repitieron durante toda mi vida …” La Amanda te salvó la vida, ¿sabes? Estuvo día y noche durante tres días sin dormir dándote mi leche con un gotario y tu llorabas porque no tenías aun formado el paladar y te dolía al recibir las gotas de leche, más ella seguía insistiendo, sin importarle que lloraras, hasta que pasaron los tres días críticos.”

Las incubadoras de ese entonces, no tenían todos esos tubos y aparatos sofisticados de hoy; la mía fue de las primeras, totalmente rustica y desprovista de todo, una simple caja de vidrio, pero sobreviví a pesar de                    que todo estaba contra mí. Eso a Mamá la dejó marcada para siempre, para ella la comida era algo esencial que salva la vida. Tenía razón…

Botarme mis marraquetas  era el tipo de persecución que yo siempre recibí de esas “compañeritas  de curso tan distinguidas”, más yo no era de las que iba a dejarme aplastar, a pesar de ser tímida al exterior, en casa yo tenía el terreno libre y contaba altiro todo a mis padres, yo nada me callaba, y pedía socorro de inmediato; Mamá  que fue de inmediato a pedirle explicaciones a la Directora, no logró  nada a pesar de que era una gran dama comprensiva y maternal  y que creyó a mi mamá de inmediato, ya que había visto la escena desde la ventana de su oficina.

A pesar de haber visto y comprobado cómo me hostilizaban gratuitamente, no pudo impedir que esas niñitas continuasen molestándome, y la decisión inmediata de mis padres fue la de sacarme de allí de inmediato; fue en esa mitad del año escolar, cuando me inscribieron en otro colegio particular, esto  coincidió con una mudanza, y allí empecé otro período de vida infantil, más ya con un conocimiento bien preciso del mal que puede existir en la sociedad;  que idiotas son aquellos que piensan que los niños son ángeles ”adorables” incapaces de hacer daño, es precisamente la infancia la que desde sus comienzos  nos muestra lo que será ese individuo una vez adulto, o bien una persona de buena índole o bien un salvaje mal nacido.

Cuando mi padre, llegó a casa y supo el incidente se puso furioso y comenzó a gritar, “Pero ¡¿qué significa esto?! ¡¿Pero, qué se creen esas salvajes?!”

Debe ser allí que comenzó mi distancia, y mi aversión profunda hacia ñ

Me decía papá…Y mamá me decía …” Mi chiquitita, va a venir siempre a contarle a mamá cada vez que le hagan daño o la molesten, prométamelo.”

Ahora ya vieja, sigo contándoles en la mente cada vez que me persiguen y sigo contándoles cada vez que monstruos me molestan, parece que desde el Cielo siguen cuidándome, porque cada vez que me desprecian sé que rumbo tomar, a la primera ofensa, a la primera palabra ofensiva e hiriente, al primer desprecio doy el portazo y se acabó. Si, el espíritu de mis padres sigue alumbrándome el camino

 “Venga mi niña, venga a contarle a mamá cada vez que le hagan daño…” Ven aquí que voy a enseñarte a defenderte; porque eres sola” …” un día yo seré viejo y no estaré aquí para defenderte…”

Si Mamá, si papá, ¿ven que cumplo lo prometido?

[…]

 

 

 

 

 

 

 

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