CARMEN FLORENCE GAZMURI-CHERNIAK

Escritos literarios – críticos, anuncios de nuevas publicaciones, libros editados. Artista-Pintora. Telas al óleo, gouaches y dibujos

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MEMORIAS CONVERSACIONES CON MAMÁ- FRANCIA 1999

19 Febrero, 2023 (10:08) | Non classé

 

            MEMORIAS

 

 

Mi vida literaturizada de Chile a Francia

 

 

Conversaciones con Mamá. Francia 1999

 

En lo único en lo cual Mamá y yo, no estuvimos nunca de acuerdo era sobre “la maternidad”. Ella esencialmente Madre, no podía comprender el que yo matase en mi todo posible instinto” maternal, por privilegiar la soledad necesaria a la práctica seria del arte. Es decir, no es que no lo comprendiese, no, ella lo comprendía perfectamente, lo grave es que no lo aceptase, aunque al fin no le quedó otra que aceptarlo, porque yo por más amor que tuviese por ella, jamás hubiese sacrificado mi forma de programar mi vida por amor absoluto a ella. Nada de lo que he hecho en mi vida lo he hecho forzadamente, mis elecciones fueron tomadas en total libertad ya fuese en materia de afecto o en cuestiones prácticas como lo fue el despegarme de la Educación Nacional para asumir enteramente la vida de inválida de Mamá que comenzó en el año 1999, cuando le diagnosticaron una enfermedad neurodegenerativa que la dejaría muy lentamente dependiente, yo decidí que fuese dependiente solo de mí.

Por nada hubiese permitido que el protocolo francés dictatorial me la agarrase para meterla en un hospicio y tampoco que viniese un batallón de personal a ocuparse de ella en casa, tampoco pedí un solo centavo al estado francés, ais es que sobrevivir 15 anos del RSA, es decir en la miseria la mas absoluta, me cost un triunfo rechazar oficialmente la famosa APA, que no quise recibir, con esto les ahorré algo así como 270000 euros al Estado francés, no tienen nada que echarme a la cara como gastos por haberme quedado en casa cuidando Mamá día y noche durante trece años y sin interrupción.
En nuestras conversaciones cotidianas, ella se quejaba de que yo me quedase soltera sin ser madre. Eso para ella era algo inconcebible. Mira le decía yo, el periodo en el cual nos ocupamos de un bebé es cortísimo, por mas lindo que sea un bebé, ese período comparado con lo que se te viene encima, es una locura enfrentarlo por el solo instinto maternal que no es más que eso, un instinto propio a nosotras, un instinto hormonal, eso yo lo encuentro animalesco. A mí lo que me interesa es lo que programamos con nuestro cerebro.

La maternidad pude evitarse sin molestia ni sufrimiento, no ser artista para mi es la muerte en vida, eso yo no lo puedo sufrir, no practicar mi arte ya sea la pintura o la escritura me mataría, en eso soy intransigente. Nadie me pondrá prohibiciones para pintar o escribir. Se madre no me interesa para nada. Lo más increíble y estúpido me tocó vivirlo cuando me conocieron apegada a Mama durante trece años cuidándola, los franceses imbéciles decían que yo era una “vieille fille” frustrada porque no tenia “un copain” y porque no había sido madre y que yo tomaba a Mamá como el hijo que no había tenido, seguramente porque ningún hombre me había querido, yo era para los franceses una mujer despreciable y casi “radioactiva” porque viviendo de una manera atípica para una mujer del siglo veinte. ¡Imbéciles!

Me acuerdo de que en esa época una colega al escuchar mi relato me dijo riéndose, deberías pedirle un “certificado de “maîtresse” à tus antiguos amantes, nos reímos a carcajadas, le contesté, buena idea, otras deben pedir un certificado de virginidad, a mi deben exigirme un “certificado “de haber sido amante… Aquí en Francia, que se galardona de ser un país de feministas y de libertad acendrada, están todo enfermos de prejuicios y de un sadismo sin límite.

La estupidez la sufrí a un punto paroxístico de imbecilidad. Había que ver cómo se reían de mi las enfermeras del hospital, las que cuando vieron como yo hacía trámites para obtener el permiso derogatorio que no le dan a nadie, para quedarse durmiendo al lado de una madre anciana durante su estada en el hospital, al fin pude obtenerlo, para dormir en una cama al lado de Mamá durante siete días, lo que duró su infección intestinal, las enfermeras se reían de mi porque jamás llegó ningún “compañero” a visitarme. Para ellas yo era un monstruo porque sola, sin familia, sin amigos y lo peor sin “petit ami” que viniese a  acompañarme  durante esos días críticos.

Entonces, las enfermeras impotentes para separarme de Mamá la botaron de la cama y le quebraron el “cuello femoral”, causándole un perjuicio atroz, debieron operarla de urgencia, dejándola aun más invalida, la “maltrato hospitalario” la cuento en un capítulo aparte, con pruebas. El cirujano que la operó supo la verdad porque el “Jefe de servicio” defendiendo a las enfermeras dijo que Mamá se había caído “caminando” por los corredores del hospital, lo que fue una mentira absoluta, porque Mamá no caminaba, ni siquiera se tenía en pie, mal hubieses podido “caminar” por los corredores del hospital, lo que paso fue que cuando fui a tomar mi ducha, le bajaron las barreras de la cama para que al moverse, se cayese.

Desde entonces mi odio a las enfermeras a los hospitales públicos es total, jamás entraré a un hospital público, jamás, moriré en casa, para eso ya he tomado todas mis disposiciones. Las enfermeras que trabajan es los hospitales públicos son gente de baja calaña y sádicas. Si las mujeres en general me odian, el personal médico es en Francia algo bien especial, lo mismo ocurre con las asistentes sociales, yo no tengo ningún contacto con ese espécimen de lacayos del estado, todas politizadas, es el Estado el que les da el puesto público, así es que se deben ser las más fervientes

Defensoras del “protocolo”.

Antes de comenzar el sufrimiento de la invalidez, Mamá me dijo: Pero cómo es posible, ¡¿no vas a hacerme abuela?! No cuentes conmigo Mamá, yo te adoro, pero yo jamás tendré hijos, porque no quiero casarme.

¡Hay, qué pena, no voy a ser abuela!

Pero puedes tenerlo sin casarte.

¡Estas loca!

¡Veo que comienzas seriamente a “déraper” querida Mamá! ¡¿tener un bastardo?!

¡¿Sabes lo que pensaría papá?!

Eso jamás, va contra todas mis convicciones, destruiría, traicionaría mis orígenes nobles, no se trae al mundo un bastardo, eso es peor que la muerte, darle mi nombre,  ¿el nombre de mi padre? Sería un sacrilegio.

Entonces Mamá me dijo ¿así es que con ese que hoy quieres tanto no te atreves?

Jamás, no porque lo quiera hoy, es que no veo sus defectos, es un débil, un incapaz, pronto me mejoraré de esta enfermedad que es “el amor” y lo dejaré en el olvido.

Traer un ser al mundo es algo que te impide vivir, te exige une preocupación de todo instante, excluyéndote de la vida, tú ya lo viviste por mi ¿no?

Desde que eres madre, no existes para ti misma sino para ese ser que pronto será un adulto.

Además, ¿crees que voy a ir a trabajar con un crio?

Yo te lo cuido.

Estas completamente loca de atar querida Mamá. Tú vas a envejecer, un día no tendrás fuerzas, ¿crees que voy a afrontar dos vidas en la miseria? Eso jamás; tu ya fuiste madre, si quieres seguir amamantándome yo no me opongo, pero tener un crio para darte satisfacción de ser abuela, si quieres repetirte el plato a costa mía, no cuentes conmigo.

Al final nos reímos y el asunto no fue nunca más tocado por Mamá que comprendió muy bien que yo había decidido ser artista y que esta exigencia absoluta me excluía definitivamente de una vida vulgar.

Luego fui Madre para ella, porque su invalidez me impuso el cuidarla día y noche al igual que se debe hacer con un bebé enfermo durante trece años; con la certidumbre terrible de que a diferencia de un bebé, una madre inválida no va hacia el futuro sino al término de la vida, que nos esforzamos por que sea de la manera más indolora y suave posible; el encontrar al médico traidor cambió el curso de nuestras vidas en la tragedia mas absoluta. El crimen perpetrado por ese maldito salvaje marcó para siempre nuestras vidas en un negro destino del que no podré desatarme nunca.

A pesar del sufrimiento de verla inválida, fueron mis más valiosos años junto a ella, porque estaba bajo mi cuidado permanente sin nadie que vienese a interponerse entre nosotras.

 

In, MEMORIAS mi vida literaturizada de Chile a Francia

Publicación prevista en 2024

Carmen Gazmuri Cherniak

 

 

 

 

 

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